En la década de los 80 la familia Padín-Garrido pone en marcha un pequeño proyecto empresarial para comercializar vino albariño en el creciente mercado regional, con el conocimiento y la experiencia acumulados a lo largo de los años produciendo su propio vino artesanalmente.
Galicia cuenta con una larga tradición vitivinícola que popularizaron los romanos con el cultivo de la vid, y posteriormente, el Camino de Santiago influenció en las técnicas de elaboración. Así, a pesar de haber exportado estos vinos a media Europa desde finales de la Edad Media, durante siglos, los gallegos tuvieron el privilegio de disfrutar de uno de los vinos blancos más apreciados en el mundo.
En 1980 se establece la Denominación Específica Albariño, pero la entrada de España en la UE obliga a la creación de la Denominación de Origen Rias Baixas a finales de la década, y ahí empieza el exitoso camino que ha recorrido el vino Albariño Rias Baixas posicionándose en poco tiempo entre los mejores vinos del mundo.
A su vez, esto marca el punto de inflexión para que, en 1989, la empresa de Manuel Padín y Carmen Garrido se transforma en Bodegas Pablo Padín, permitiendo dotar al proyecto familiar de una mejor infraestructura e implementar tecnología de vanguardia, que junto con un gran equipo de profesionales, hacen posible elaborar unos de los vinos Rias Baixas más reconocidos por prestigiosos concursos internacionales y críticos especializados.
Cerca de su 25 aniversario, Bodegas Pablo Padín mantiene toda la ilusión y vitalidad vitalidad para seguir mejorando con el fin cautivar y sorprender cada vez que se descorchan nuestros vinos.